martes, 20 de octubre de 2009

Lecciones de vida...

La semana pasada mientras escribía y recordaba mi pequeña historia de cómo me quede sin recreo por ganar una guerra, no pude evitar recordar las travesuras que hice de niño, algunas divertidas otras no tanto o al menos no para todos. Muchas de mis aventuras y travesuras tenían como coprotagonista a mi amigo desde la infancia, Germán.

Recuerdo perfectamente la primera vez que nos sacaron de clases, por supuesto juntos para no variar, faltaban no más de 30 minutos para que terminaran las clases cuando empezamos a pegar las mapas que habíamos dibujado en el cuaderno de geografía, ese día fiel a mi costumbre había olvidado mi estuche junto a mi escritorio donde hacía la tarea y no tenía el famosísimo Pritt, mi amigo llevaba entonces un pritt de los grandes parece que sabía que tenía que compartir con el resto del salón. Espere como buen niño sin material a que él terminara de pegar sus mapas y justo en el momento en que él me dijo “¿Quieres Pritt?” la voz enojada de la maestra (de la miss Tere, por cierto) por encima de todas las voces que en ese momento llenaban el salón, gritó: “Ustedes dos siempre se la pasan platicando ya me canse sálganse del salón con sus cosas”.

Era la primera vez que me sacaban de un salón, y de forma injusta si puedo decirlo, en fin recuerdo que estábamos los dos parados con la mochila en medio de las piernas con los ojos llorosos y la voz quebrada, repitiéndonos el uno al otro, “Pero esta vez no hicimos nada”, es sorpréndete como a veces funciona la vida, la maestra habrá tenido muchas oportunidades y con razón para sacarnos del salón pero no lo hizo y justo cuando no estábamos haciendo nada decidió cobrárselas todas, la vida no toma el momento de la acción para cobrar las deudas ataca cuando es conveniente para ella que normalmente coincide justo cuando eres más vulnerable. Digo esto porque si nos hubieran sacado otro día, a otra hora y con justa razón, lo más seguro es que nos hubiéramos ido a los columpios o a jugar en el carrusel, incluso hubiéramos comprado una quesadilla y la hubiéramos compartido, pero no, ese día esperamos de pie 30 minutos junto al salón temiendo que no pasara la directora para que no le dijera a nuestros padres. 30 minutos después la campana sonó y todos nuestros compañeritos salieron del salón extrañamente recuerdo aun las risas de los niños por que nos habían sacado y las miradas de reproche por parte de las niñas, parecía que tenían por delante al peor de los ladrones.

Pasaron años sin que comprendiera el por qué la maestra actuó de esta forma, tarde pero obtuve mi respuesta. Parte de mi servicio social consistió en darles clases a niños de 5° y 6° año de primaria, como maestro soy terrible, tengo favoritos y no me molesto en disimularlo. Recuerdo un niño que francamente era mi favorito su nombre es Juan Pablo era un buen niño pero si solía meterse en varios problemas. En alguna ocasión yo estaba en el escritorio calificando algunos exámenes y de reojo alcance a ver como empezaba una pelea, le habían pegado a Juan Pablo y él se defendió, mientras mi consentido iba ganando la pelea sinceramente no hice mucho por detenerla, aunque escuchaba a las niñas gritando “sepárenlos sepárenlos” cuando le toco recibir el primer golpe a Juan Pablo fui corriendo a detener la pelea, pude haberlos separado desde el principio, pude evitar la pelea pero no lo hice, tome la salida fácil y los saque a los dos, media hora antes de que acabaran sus clases… En ese momento entendí que los maestros son seres humanos y los hay buenos y los habemos malos.

Saludos y hasta el siguiente Martes!!!!

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