miércoles, 2 de marzo de 2011

Historias de media bodega...

Fue hace como 4 años en uno de esos días en los que me tuve que quedar un poco más tarde de lo esperado en la planta, cerca de las once y media de la noche y al ver que me esperaban otras tres horas por lo menos comencé a platicar con la gente que sufriría la misma suerte que yo ese día. En esa ocasión solo estaban Johanna, Alejandro y Poncho.

A una hora tan escabrosa los temas son considerablemente reducidos, con las luces apagadas, los ruidos de la planta generando eco a lo largo de toda la nave y la latente sensación de soledad comenzamos a platicar sobre historias de fantasmas. Todas las historias entre plantas y bodegas son inexplicablemente parecidas, es decir todas tienen un niño que va jugando con su pelota, o un trabajador que trabaja en las noches pero nadie lo conoce. En fin ese día después de contar historias por casi media hora era momento de trabajar. Comenzamos a hacer nuestro inventario en una bodega llena de cartón y material de empaque donde en pasillos de poco más de 40 cms de ancho y casi 10 metros de largo empezábamos a contar donde había quedado el material. Johanna había entrado a un pasillo junto al que yo había entrado y aprovechando la atmosfera creada por las historias recién contadas se me hizo fácil jugarle una broma escondiéndome al final del pasillo y asustándola cuando estuviese ahí. La broma salió como se había planeado, al llegar ella al final salí de mi escondite abruptamente cuando ella pego un brinco impresionante y casi se hecha a correr, supuse que mi broma había sido demasiado cuando vi salir lágrimas de sus ojos y con una desesperación me dijo, “Nunca vuelvas a asustarme porque yo ya he visto muchas cosas y si me dan mucho miedo “

Acepte que mi broma había sido inoportuna le ofrecí una disculpa y ella amablemente la acepto, en ese momento desde el fondo del pasillo percibí claramente la risa de alguien la cual en ese momento no considere relevante ya que podía ser otro de mis compañeros contando material. Cuando salimos del oscuro pasillo vimos a los otros dos compañeros sentados al final de la bodega por lo que había sido imposible que la risa fuera de alguno de ellos, los dos nos miramos asustados pero pretendimos que no había pasado nada y nos dirigimos a ellos, ella en tono de reclamo comenzó a contarle a ellos mi pequeña mala pasada. Después de contar la historia ellos comenzaron a reírse y yo también, lo extraño vino cuando ella me pregunto en tono curioso y (al menos yo así lo percibí) sincero, “Oye, ¿y si estabas escondido hasta atrás, como le hiciste para hacer la voz que decía, Ven?”.

En ese momento sentí un frio que recorría mi cuerpo, y ya no quise hablar del tema, por supuesto hice lo que cualquiera en mi posición hubiera hecho. Le mentí y le dije que simplemente le había hecho con mi propia voz, que ya olvidaron todo, y lo más importante que se pusieran a contar y que yo me iba a la computadora porque tenía reportes que hacer, así que me fui cerca de donde estaban todos los demás y los deje a ellos con nuestros amigos de almacén, Pues después de todo ¿para qué sirve ser jefe, si no es para eso?

Nos vemos el siguiente martes, gracias y saludos!

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