miércoles, 25 de mayo de 2011

Cuarto en llamas

No recuerdo nunca haber sido un niño particularmente travieso, es decir tuve episodios donde mis travesuras fueron considerables, pero fuera de esos escasos momentos la verdad es que nunca fui un visitante recurrente de la oficina de la directora.

Quizá una de las travesuras que mas recordare toda mi vida, será aquella en la que sin querer incendie mi cuarto. Yo me encontraba pacíficamente en mi cuarto dibujando, un hobby que trate de adquirir, pero en la vida hay momentos donde uno tiene que aceptar que ciertas cosas no son para uno. Y pues ahí estaba yo en mi cuarto arrancando las hojas de dibujos que no adquirían forma y de monito deforme en monito deforme el cuaderno iba perdiendo hojas, y el basurero se iba llenando. Por supuesto en el camino al bote de basura debía pasar por una “venganza” personal por llamarlo de alguna forma, dicha venganza consistía en prenderle fuego a la hoja y ver como se consumía, era tan entretenido que ahora me doy cuenta que era mas mi hobby quemar cosas que dibujar.

Después de unas cuantas hojas me salí de mi cuarto a rondar cuartos ajenos, costumbre que hoy un día sigo teniendo. Después de breves escuelas en otros lugares de la casa, llegue por fin al cuarto de mi mamá donde me acosté a ver la tele unos minutos hasta que mi mamá se percato del olor a humo en el ambiente. Comenzamos a rondar la casa buscando el origen del fuego hasta que lo encontramos, mi cuarto estaba completamente negro con llamas que yo recuerdo eran enormes entre el colchón y las cortinas.

Mi mamá inmediatamente mojo unas toallas en la regadera y las lanzo sobre las llamas que salían de lo que solía ser una alfombra. He perdido algunos detalles sobre cuanto tiempo estuvimos luchando contra el fuego, y como fue que por fin pude habitar nuevamente mi cuarto, pero recuerdo el hoyo que quedo en la alfombra completamente quemado, un león de peluche quien ya había sufrido mi periodo de domador de leones y de peluquero.

Después de eso vinieron muchísimas preguntas desde las comunes negativas como ¿y si no nos hubiéramos dado cuenta a tiempo?, hasta las inverosímiles tales como ¿Alguien habrá notado el humo saliendo de la casa?

Bueno el hecho ya paso y curiosamente en esa ocasión no recuerdo haber recibido castigo, únicamente un regaño ligeramente alzado de tono, mi cuarto se quedo con las paredes humeadas, con el pedazo de alfombra quemado durante mucho tiempo y el castigo social que me persigue hasta la fecha, “A Carlos quítale lo cerillos por que es un piromaniaco”.

Unos cuantos años después sigo siendo piromaniaco y eventualmente cuando tengo oportunidad saco a relucir tal “cualidad”, así me gusta llamarle a mí, quemando cuetes el 15 de septiembre, encendiendo el carbón en las carnes asadas, casi cualquier cosa que involucre el fuego.

La pregunta que siempre me hace mi hermana es, ¿Tendré el valor moral para castigar a mi hijo, cuando el haga algo parecido? La verdad es que no lo sé, pero si me baso en eso no tendría que regañarlo cuando queme su cuarto, cuando se ponga borracho, cuando repruebe una materia, cuando quiera encajarle un tenedor a su hermano, cuando mienta, ósea… ¿Cuándo lo podré regañar?.

Nos vemos el siguiente martes, saludos.

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