miércoles, 10 de noviembre de 2010

A la hora adecuada...

Estar en el lugar adecuado a la hora adecuada es un arte que muy pocas personas saben utilizar. En el trabajo siempre hay alguien que sabe cómo realizar esta acción y más importante aún saben capitalizarla, es decir cualquiera de nosotros puede estar en las escaleras cuando una mujer muy guapa pasa y se le caen las copias, cualquiera de nosotros le ayudaría a recogerla pero alguien que sabe capitalizar esas oportunidades seguro conseguiría algo más que la sonrisa de la muchacha.

En alguna ocasión cundo aun trabajaba en Gamesa me tocó ver como una persona era literalmente un genio para capitalizar estas circunstancias. Él se encontraba en una junta cuando el encargado de un departamento renuncio, y el simple hecho de estar allí le dio la oportunidad para que el pudiera apuntarse para el puesto, que claro después conseguiría. Era tal su suerte que incluso ese año hicieron quiniela para el súper tazón como todos le iban al mismo equipo decidieron sortearse el marcador y aun así a pesar de depender 100% de la suerte esta persona resultó ganadora. Por supuesto no puedes recibir todos estos éxitos sin hacerte de un para de enemigos gente que comúnmente dice “A este cuate solo sube por que le cae bien a los jefes” tal vez tengan razón, pero caer bien es más complicado de lo que parece.
El día de hoy me preguntaba si alguna ocasión yo estuve en el lugar adecuado a la hora adecuada y en más importante aún si tuve la oportunidad de capitalizar ese golpe de suerte. La respuesta es sí, sin duda alguna y en muchas ocasiones. Pero les quiero contar de quiero contar de una ocasión especial en la que por muy extraño que parezca estuve en el lugar adecuado a la hora adecuada y sin duda alguna el resultado fue óptimo.

Hace un par de años en una de esas ocasiones en que se nos da por hacer reuniones para recordar viejos y no tan viejos tiempos le di de manera un poco obligada un aventón a una amiga, Esta amiga vivía casualmente enfrente de unos amigos míos de forma indirecta es decir los conocía por un tercero sin embargo yo los apreciaba mucho y en ese momento por supuesto que los consideraba mis amigos. Ellos sin embargo recién escasos 6 meses habían perdido a un familiar muy querido, su madre había fallecido. Era cerca de la media noche cuando llegamos a casa de esta amiga, bajo sus cosos y quedo de recomendarme un libro el cual me había platicado y se me había hecho interesante así que me dio una hoja de papel y una pluma para escribir el título. Por la ventana se asomó su novio y ella tuvo que meterse con tal prisa que parecía que le iban a pegar si no lo hacía. En fin estaba yo en la noche sólo con una hoja de papel y listo para irme a mi casa a dormir cuando vi el carro de mi amigo, sobre él la luz directa de un farol que justo en el momento en que voltee a ver el carro se apagó. Aun no sé y nunca sabré qué extraña fuerza, capricho o necesidad auto inventada me movió para escribir en el papel “Los extraño, yo estoy muy bien cuida a tu hermano” deje el papel en el parabrisas del carro y me fui a dormir.

En ocasiones aun pienso sí estuvo bien hacerlo, por supuesto no lo hice con maldad y tampoco como un acto de caridad y de bondad simplemente estaba en el momento adecuado a la hora adecuada. Si me hubieran visto colocar el papel cualquiera hubiera pensado que era una broma de muy mal gusto, ¿Y cómo decirles que no?, pero al ser un crimen casi perfecto espero por lo menos un segundo haber sido cómplice de la extraña y caprichosa manera en que se mueve el universo.

Nos vemos el siguiente Martes, saludos.

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