miércoles, 2 de septiembre de 2009

Los viajes de Don Gustavo

La vida es curiosa existen muchas cosas que no podemos cambiar, existen otras que no queremos cambiar, algunas otras que nos gustaría cambiar pero simplemente no podemos y la más curiosa a mi parecer de todas quizá sea aquella que realmente daríamos todo por cambiar pero no entendemos por qué.

Con esto quiero hablar de la muerte pero mas allá del significado o la creencia que cada quien tenga sobre la vida o la falta de la misma después de la muerte, me gustaría hablar a modo de cuento que pasaría si la muerte un día desatendiera sus obligaciones.



No imagino lo confundido que estaría Don Gustavo Torres si un día veinticinco años después abriera los ojos, se encontraría dentro de un ataúd de madera y saldría buscando a su familia, encontraría a su hijo Gustavo Torres (Padre) dando consejos a su nieto Gustavo Torres (Hijo) sobre como guiar a las empresas Torres. Don Gustavo llegaría a casa y tocaría el timbre, Su esposa Doña Eugenia abriría la puerta, le miraría fijamente y justo en ese momento se reanudan los veinticinco años que han pasado, tal como si alguien mágicamente hubiera liberado el botón de pausa en la vida de Doña Eugenia, emocionada llamaría a su hijo y a su nieto para que se reunieran con él, sería una cena maravillosa, un pastel de chocolate delicioso y una velada placentera contarían historias y actualizarían a Don Gustavo, ¡25 años son muchas cosas que contar¡, dormiría en su cama junto a su mujer y despertaría a la mañana siguiente en el primer día del resto de su vida.

Ese día empezaría la vida realmente, la magia del reencuentro quizá habría terminado las labores de las industrias Torres mantendrían al nieto ocupado y al padre preocupado, pero Don Gustavo querría recuperar la industria que él fundó en ella se fue la mitad de su vida, todo el tiempo que no le dedico a su hijo y que no procuro a su mujer están reflejados en aquella empresa que ahora no es suya Empresas Torres no hizo pausa de veinticinco años para esperarlo. Gustavo Padre creció y tuvo un hijo y ahora se encarga de cuidarlo, Gustavo hijo tiene ahora en sus hombros la responsabilidad del éxito profesional, cuidar a su abuela y a su padre que mucho lo procuraron en su juventud.

Don Gustavo quiere ayudar a la familia, es su responsabilidad y por algo es el patriarca. Pero los tiempos han cambiado y las ideas de Don Gustavo no se adecuan ni a la empresa ni a la familia, los hijos son más liberales y el tiempo pasa más deprisa. ¿Cómo podría encajar Don Gustavo, veinticinco años después? Pasarían cinco años más en los que el único consuelo de su vida fue aquello que no procuró en la real, Doña Eugenia aquella mujer que Dios puso en su camino sin saber muy bien porque, ella fue la única que puso pausa en su vida hasta reencontrar a su amor. Para los hijos, para los amigos, para los negocios y para el mundo en general no hubo tiempo de esperar, la vida sigue y somos los que estamos y así debemos continuar… En ese momento Don Gustavo abrió los ojos, como quien despierta de un sueño muy largo y profundo, se ve en un ataúd de madera y sin más con una sonrisa como quien conoce el sabor de la labor cumplida cierra los ojos y vuelve a dormir…

Hasta aquí pasando el rato de esta semana, espero les haya gustado el cuento de esta semana. ¿Qué aprendí al escribirlo?... Que la vida tiene sus fases y el tiempo también.

Saludos!! y hasta el próximo Martes

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