miércoles, 2 de septiembre de 2009

Semana Santa

Tal y como había adelantado el martes anterior y a propósito de la semana santa pero fuera de todo contexto de la misma, recordaremos con palabras del primer colaborador de pasando el rato (Germán) y coprotagonista de la historia, una aventura que vivimos una semana santa años atrás…


Al despertar había, en la memoria digital de la cámara de Carlos, una foto;

Él semidesnudo yacía boca arriba en una cama ajena.

No descubrimos la foto hasta más tarde, antes fuimos caminando (con un calor de más 32 grados) a un OXXO que ese día parecía estar mucho más lejos.

Una vez dentro comimos una sopa maruchan y tomamos un gatorade.

Muertos de sed volvimos a mi departamento a bañarnos, pero fuimos sorprendidos por un sórdido escenario.

Al parecer había dos opciones: Pollock había estado re decorado el baño o lo que veíamos era la súper oferta de McDonald’s de la noche anterior a medio digerir esparcida por todo el baño en lugares que desafiaban la lógica.

Retomando valor y llenando los pulmones del aire de la ventana nos dimos a la asquerosa tarea de limpiar el baño mientras Carlos gritaba “¡Digiere!”.

La sed no desaparecía y el sol de las 2 p.m. era insoportable, sin embargo, como es nuestra costumbre, tuvimos la brillante idea de tomar un camión hacía la playa, donde permanecimos tendidos boca arriba con un malestar general dando sorbos casi a la fuerza a una cerveza hasta que el sol se metió.

¿Pero, a que se debe este macabro desenlace?, todo comenzó la noche anterior. Mi amigo vino a visitarme a Cancún, se quedaría en mi departamento una semana. La emoción del primer día nos hizo tomar la decisión de comprar el pase doble a un par de antros de la zona hotelera. Estábamos dispuestos a casi todo. Casi.

Entramos al primer lugar, donde por cierto, un negro de unos dos metros (o más) cargaba gringas por la cintura y miraba a todos los hombres dentro de lugar con odio por lo que nos alejamos de él.


Carlos estaba decidido a tomar fotos, pero por alguna razón todas salían borrosas. Frustrado y en un antro sin mucho “ambiente” llegó a la barra y dijo “Danos algo para ponernos estúpidos”. Después todo se fue al demonio y sólo recuerdo fragmentos. Ingerimos bebidas de todos los colores posibles. Cerramos el frenesí con un vaso grande de cerveza al que le sumergían un caballito de tequila y tenías que tomarlo “de Hidalgo”. Cambiábamos de un antro al otro una y otra y otra vez, hasta que el alcohol surtió efecto.

Luces, Ruido, Una margarita en mi mano, Luces, no hay margarita. Carlos baila con una turista australiana, yo con otra, Carlos le pone su sombrero a la australiana. Luces, las australianas se van, Luces, vamos al baño, choco con un guardia de seguridad, Carlos brinca enfurecido “¡¿Qué te pasa, porque empujas a mi amigo?!”. ¿Amigo? Pienso, ¿Empujaron a mi amigo? “¡¿Qué te pasa!?” digo mientras asesto un golpe a uno de los cinco guardias que ahora nos rodean.

Ahora un gorila toma mi cabeza con uno de sus brazos mientras me golpea en los riñones a puño cerrado. Entre gritos y golpes nos sacan del antro y nos empujan por las escaleras. Carlos busca en su mente las palabras correctas y dice:

“Voy a venir mañana y ay de ti que no tengas mi sombrero…”

Nos sentamos en la banqueta y Carlos, borracho perdido toma su mejor fotografía, después de eso sólo recuerdo ir a toda velocidad en un taxi mientras intento bajar mi ventanilla sin éxito. “&%/# madres, lo estás haciendo al revés” me dice Carlos.

“¿Está bien tu amigo?” pregunta el taxista, “Si, si, tu corre” contesta Carlos.


Una patrulla se estaciona al lado del taxi luego de que el taxista gritara que queríamos robarlo luego de quejarnos por lo que pretendía cobrarnos por el espectáculo que dejé en el asiento de atrás “Quiere cien varos por una vomitada, está pero si bien &%$” dice Carlos a los policías que responden “No, pues si está caro joven”.

No se de donde saco 100 pesos y se los doy y no se como, pero llegamos a casa con los mismos 100 pesos.

Corremos al baño, Carlos cae inconsciente en la bañera, yo caigo con la cara en el piso junto a la cama. Dormimos.

Al despertar había, en la memoria digital de la cámara de Carlos, una foto;

Él semidesnudo yacía boca arriba en una cama ajena.

Es todo lo que recuerdo con claridad. Mi primer (y ultima) borrachera, pero con el amigo que siempre que una mala idea salta dice “si, no veo porque no”.


Hasta aquí y por que Hi5 no acepta más de ciertos caracteres el recuerdo de nuestra historia, falta recordar nuestro encuentro con nuestros 15 amigos y un pica hielo y demás historias que iremos recordando…


Un saludo a todos, y nuevamente agradezco a Germán por haber colaborado en esta emisión…


Saludos!!!

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